Ron escupió el avena, Anna el jugo de naranja y
Hermione se trago el pan entero comenzando a toser. Por lo que Harry comenzó a
golpearle la espalda. Yo solamente quería que alguien me golpeara la cabeza,
pero no hubo nadie que lo hiciera. Gracias a Merlín que, después de la
conmoción y de los “No digas su nombre”, Hermione me sacó del apuro explicando
todo acerca del nazismo, antes que llegara Ginny junto con Michelle. Pero Anna
tenía muchas dudas acerca de “Quien-ustedes-saben” … lo siento, no me dejan
decirlo. Así que, dijeron que se las responderían después. En ese momento,
Malfoy entraba al comedor, pavoneándose.
-
Vaya,
parece que dejó de fingir – dijo Anna sonriente untando un poco de mantequilla
a su pan.
-
¿Qué? –
dijo Harry
-
Si…oí que
se la paso en la enfermería desde lo de transformaciones…fingiendo una
enfermedad….pff…es obvio que – antes de que continuara para decir que sus
hechizos eran inofensivos, le di un pisotón y me volteó a ver, comprendiendo. –
Que es un quejicas. – terminó la frase.
Ese día teníamos transformaciones, y, comencé a
frustrarme cuando tuve la inquisidora mirada de la profesora McGonagall
enfrente de mí. Repetía el conjuro una y otra vez, pero no tenía ningún
resultado. Y, no sé si fue mi imaginación, pero, ¿Comenzó a ser más calor en el
aula? Además comenzaban a observarme... ¿O no lo hacían?...Bueno, comencé a
morderme el labio…mal hábito.
-
Gracias…señorita
Siegrist – dijo la profesora, y parecía que su boca, no dejaría de ser una
línea recta – continuaremos después – la profesora se dirigió a otra mesa y
solté un largo suspiro, me quité el
suéter.
Observe de nuevo el salón de transformaciones,
aún no podía creer que estuviera allí. Alguna parte de mi seguía pensando que
despertaría en la biblioteca de la Universidad, con el libro de Física 3, o con
el teclado de almohada. (Lo cual no es cómodo, y no lo recomiendo).
Miré hacia la ventana y visualice al sauce
boxeador, que se movía. Hace no más de
cuatro meses, Harry, Ron y Hermione habían tenido su última aventura allí.
Volteé a verlos, Hermione cambiaba de alfiletero a puercoespín, una y otra vez,
mientras Harry la observaba y Ron intentaba sacar una aguja del alfiletero que
se metía cada vez que intentaba sacarla, ¿De verdad podría hacer lo que me
proponía? Suspiré y miré de nuevo a la ventana.
-
Hey, no te
desanimes – dijo la voz de Anna detrás de mí – la profesora Sprout me dijo que
darían los resultados hasta la próxima semana,
tienes que relajarte –
-
Gracias
Anna…y, ¿A ti como te fue? –
-
Bueno….el
alfiletero lanzó las agujas cuando acerqué mi mano – dijo mostrándome su mano
que tenía puntos rojos – Así que lo transformé de nuevo y lo corregí. -
-
Eso es
genial Anna – dije, aún preocupada.
Por la tarde,
finalizaba mi último castigo con George.
-
Entonces,
¿No has ido a la tienda de bromas de Zonko? –
-
No –
-
¡Tenemos
que ir sin falta! – dijo emocionado – Me temo que tendré que enseñarte lo
básico – dijo arremangándose las mangas, pero en ese momento comenzaron a oírse
las campanadas del reloj, indicando que eran las siete.
-
Snape en
5, 4, 3, 2….- dije, y la puerta se abrió.
-
Bien,
Weasley, Siegrist…- dijo en un tono despectivo – su castigo ha
finalizado…espero que hayan aprendido algo –
-
Si
profesor, aprendí que el jabón de Lavanda limpia mejor la bilis de cabra que el
floral – dijo George en mi oído y trate de ahogar la carcajada que quería
soltar en ese momento.
-
Si…profesor
– dije con dificultad
-
Bueno…vayan
a la torre – dijo y se dio la vuelta para ponerse a ordenar su escritorio.
Cuando salimos al pasillo comencé a seguir a
George.
-
Al fin
terminó – dijo el estirando los brazos y entonces, me di cuenta de que no
íbamos rumbo hacia la torre
-
¿A dónde
vamos George? – dije un poco extrañada
-
Bueno, ¿Se
acabo el castigo no? – dijo deteniéndose frente a un bodegón – tenemos que
celebrar – y entonces, le hizo cosquillas a la pera del cuadro y está se
convirtió en una manija. ¡Las cocinas! – Espera aquí – me dijo, abrió la
puerta, entró y cerró. Esperé un espacio de tres minutos, y George salió de la
cocina con una canasta.
-
¡Ven,
vamos! –
-
¿A la sala
común? – dije yo
-
Tu sólo
sígueme – dijo él, así que me limite a seguirlo.
Cruzamos puertas y tapices, subimos y bajamos
escaleras, hasta que de verdad me sentía perdida. Después, llegamos a un
pasillo vacío excepto por una pintura de un árbol. George, como si nada, cruzó
la pintura.
-
¿Si él
entró, yo también? – dije confundida y entonces lo seguí.
Entramos en una especie de jardín, donde la
extensión era mucha. Había árboles y plantas raros. George llegó hasta un lugar
despejado y puso un mantel que encontró dentro de la canasta allí.
-
Vaya, no
sabía que Hogwarts tuviera jardín adentro…- dije sorprendida aún.
-
Bueno,
llevas aquí menos de una semana, ¿no? – dijo el
-
Eh…si –
dije yo un poco incomoda
-
En
realidad, casi nadie sabe de este lugar – dijo el sacando fruta – antes no
había invernaderos, y hacían todo aquí, pero algunas plantas no se llevan con
otras…y estuvo el proyecto para hacer los invernaderos, así que…-
-
¿Y tú cómo
te enteraste? –
-
Pues….-
dijo el – unos amigos me lo mostraron….-
-
Oh – dije
yo imaginando los nombres de sus “amigos”
-
Así
que…bienvenida a Hogwarts – dijo el sonriendo – se que no te hemos dado una
gran hospitalidad…por eso te traje -
-
Gracias
George –dije yo – pero…no era necesario –
-
Bueno, el
otro día en la sala común parecías bastante molesta….- dijo el –
-
Bueno…me
descubriste – dije admitiéndolo -
Después de eso,
comenzamos a comer, mientras platicábamos de Quidditch, y después George me
contaba sus hazañas junto con Fred. Al cabo de un rato, volvimos a la torre,
donde nos encontramos con Anna, que iba saliendo.
-
¡Hola
chicos! – dijo sonriendo ampliamente – pensé que Snape los había secuestrado…-
-
Bueno, nos
vemos luego – dijo George y entró al retrato
-
¿Y a este
que le pasa? – dijo Anna sonriendo
-
Nada Anna
– dije yo – ¿Vamos a la habitación? –
-
Vale,
necesito un baño – dijo ella, al llegar a la habitación, nos encontramos con
Hermione, que leía un libro – Y...¿porqué tardaste tanto con Fred? – dijo Anna
saliendo del baño con una toalla en el cabello.
-
Era
George….- dije yo
-
Bueno, con
el gemelo….- dijo ella poniéndose crema –
-
Pues,
estuvimos por ahí…- dije yo
-
¡UUUH! –
dijo ella haciendo una sonrisa pícara. – por ahí…-
-
Ay, si
sólo estuvimos platicando – dije yo poniéndome colorada
-
¿Te gusta
Fred? – dijo Hermione
-
¡George! –
dije yo exasperada
-
Oh,
¡entonces te gusta George! – dijo Anna aplaudiendo
-
¡Ninguno!
– dije enojada – sólo fuimos a comer
-
¡Ay….una
cena romántica! – dijo Anna quitándome mi corbata, la cual tenía en mi mano, y
corriendo con ella por la habitación.
-
No Anna…-
dije yo – sólo fue hospitalidad Gryffindor….-
En cuanto dije esto, ambas se miraron y
comenzaron a carcajearse, hasta que ambas estaban, juntas en el suelo, con un
ataque de risa, que no podían contener.
-
Hos…hospitalidad….Gryffindor
– decía Hermione entre risas –
-
Si que
eres ingenua – dijo Anna y me dio unas palmaditas y serenándose. – Y bueno,
sinceramente…¿te gusta? – preguntó mirándome a los ojos.
-
No – dije
yo
-
Bien,
entonces…no le des entrada – dijo ella – no queremos lastimar a Fred…-
-
George…-
dije yo – y…no paras de repetir el nombre de Fred –
-
Es que
lucen igual…- dijo ella mirando hacia otro lado – pensé que venías con Fred –
-
Oh – dije
yo haciendo la misma sonrisa que ella hubiera hecho antes.
-
¿Qué? –
dijo ella dándose cuenta
-
Oh,
nada…nada – dije yo
-
¡No me
gusta Fred! – dijo ella
-
Claro que
no….- dije yo y le guiñé un ojo a Hermione
-
Oh, cállate
– dijo Anna lanzándome una almohada, yo le respondí con otra, pero le di a
Hermione, así que ella le pegó con otra a Anna y, así pasamos la siguiente
media hora desplumando almohadas, hasta que acabamos rendidas.
-
Bien, me
gusta Fred – dijo Anna con una almohada encima de la cabeza – pero tu admítelo
también. –
-
George no
me gusta….- dije yo – si alguna vez alguien me llegara a gustar, yo se los
diré…lo prometo. –
-
Bien –
dijo Anna –
¿Y tu Hermione? – dije yo aprovechando el momento - ¿Te gusta algún chico? -